En un artículo publicado en el diario "El Litoral", escrito por el periodista Rubén Capara, describe la actualidad del fútbol infantil y la injerencia de padres y orientadores.
El fútbol de los chicos en nuestro medio tiene adeptos, pero vaya a saber por qué, siempre encuentra algún obstáculo contra el cual choca.
Hay entusiasmo, movimiento. Algunos con muchas dificultades convocan a niños para que encuentren, de alguna manera, la posibilidad de practicar fútbol “en serio”. Es decir, dejar el picado callejero para incorporarse a un club y así competir para escalar divisiones.
Hay fútbol infantil, pero después se origina un bache, un vacío, en una edad fundamental en todo sentido y después, aunque desperdigados, cuando ya se deja la juventud, vuelven a competir. Es una situación que se repite, producto de las vicisitudes sociales que hoy aparecen más agudas.
No importa siempre el nivel de juego. Muchas veces es más valioso reunirse, confraternizar, que ser un crack o millonario futbolista, aunque a quién no le interesa contar con una abultada billetera y cuentas bancarias.
El fútbol menor entre nosotros no siempre se desenvuelve en medios apropiados dado que hay carencias elementales y no siempre la buena voluntad alcanza, aunque es valedero ese aporte.
Son varios los elementos que le restan aceleración a la actividad. Un padre, por caso, manifestó su preocupación por lo que instruyen, enseñan algunos.
“Vi cómo se golpean los chicos más allá del roce propio del juego”, comentó. Y agregó “hay mayores que incitan. Cuando pregunté por qué así, me contestaron que es válido”. Vaya permisividad. Vaya consejos.
No es nuevo ni exclusivo del fútbol. Se ve en otros deportes cuando los inescrupulosos quieren ver campeones a sus hijos a cualquier precio. Hay incidentes en varios deportes. Casi no hay excepciones cuando el mayor, primero compañero de su hijo, se convierte en desvergonzado hincha que renuncia a los límites, no los reconoce.
Es una vieja cuestión que en algunos casos recrudece. Es “loco” escuchar eso que está permitido hacer zancadillas o golpear para ganar la pelota o la posición en la cancha a cualquier precio, como lo dijo ese mayor durante un cotejo de fútbol infantil. Y lo lamentable es que no es el único que piensa así y aun cuando sean pocos, inciden como los más.
Desde hace muchos años la sociedad está enferma. Da la impresión que se agudiza.
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